sábado, marzo 25, 2006

CÁTEDRA DE MICROHISTORIA

MICROHISTORIA CATALANA

-Bedel Idilio: va usted a ejercer de voz del pueblo. -dijo el Rector Joaquín desde el entarimado. Estaban en un momento luminoso de la clase de “Microhistoria y Dependencias” y se precisaba el testimonio del pueblo llano que el bedel Arcadio recogía de las tabernas, que es donde tradicionalmente se han refugiado los españoles en los tiempos confusos.- ¿Ha hecho sus investigaciones?

-A diario, señor. Hay un lugar llamado “El Mejillón Gallego”, donde los clientes son extraordinariamente comunicativos.

-¿Ha leído ya la Tercera de ABC, a cargo del historiador D. Carlos Seco Serrano, de la Real de la Historia?

-Esta mañana, señor. Gracias al café Marcilla se puede someter muy temprano al cerebro a la Historia Contemporánea. Café Marcilla, lo mejor para la vidilla.

Arcadio redondeaba su sueldo con publicidad a pequeña escala.

-¿Y qué le ha parecido, Remigio?

-Que el señor Seco Serrano es un hombrecillo verde.

En otras aulas no se hubiera acogido con benevolencia una declaración histórica que incluyera a los hombrecillos verdes, pero en Trapisonda, y bajo la égida del Rector Joaquín el Apolillao, no se cuidaba excesivamente el aspecto académico y se iba directo al bulto.

-¿Quiere usted decir un Marciano, Pompilio?

-Alguien extraterrestre en España y, si puedo expresar una opinión personal, con tendencia a usar el papel de fumar para cogérsela. Me ha defraudado. Seguramente escribió esa curiosa Tercera en horas muy bajas y desenfocadas.

-Tomen nota, alumni, de la voz del pueblo en relación con ciertos académicos pasados de rosca. ¿Acaso habla demasiado del rey, como suele ser su vicio?

-No, señor. Apenas tres expediciones sobre la Reina Católica, Felipe IV y Felipe V. Y comete aféresis, que es costumbre de los monárquicos.

-Aféresis, para los desocupados sepan, es cuando imitamos el ruido de algo con la palabra: Guaguau, para perro. “Copiticlop” para caballo.

-Además –dijo el Bedel Arcadio, prudente- también es cuando quitamos un trozo de la palabra. “Norabuena” por enhorabuena suele ser el ejemplo más común. Acuso al señor Seco Serrano que quitar parte del valor a España al ponerla en pie de igualdad con una región. Titula su Tercera “España y Cataluña”, cuando Cataluña va incluida, de sí, en la voz “España”.

-¿Eso no es una sinécdoque, Herminio?

-No, señor. Pero, bien mirado, tampoco es una aféresis sino una forma de hablar. Es que el pueblo de “El Mejillón Gallego” se mostraba sumamente desencantado con el señor Seco Serrano. Los parroquianos comentaban que no sabían adónde íbamos a llegar si los cerebros seguían derritiéndose. Que qué había sido del vigoroso pensamiento español.

-Aquí está el pensamiento vigoroso. Sé bien lo que pienso de Seco Serrano, pero, para tener verdadero vigor en las conclusiones, hay que ver lo que pilla el pueblo del pensamiento débil.

-Lo pilla casi todo, señor. En la sección de Calamares a la Romana se comentaba que el Académico había dejado –bien que temporalmente- la Historia para dedicarse a la loa. Había una tagarnina muy crítica que se veía abrumada por la acumulación de tópicos sobre la región catalana. Razonaba de modo brillanter: “Si Seco cree que va a convencer a los separatistas de que son españoles peculiares, es que flota en la nada; y si cree que va a convencernos a nosotros de que los catalanes tienen derecho a insultarnos porque los hemos “atropellao”, está dos metros por debajo de la superficie.”. Como ente personal, señor rector, opino que el señor Seco Serrano es dos hombrecillos verdes. A la vez. Contra toda lógica.

-¿Es ese que tiene cara de almóndiga? -.preguntó la higienista Vanesa, situada al fondo a la derecha en compañía de su fregona.

-Modérese, señá Vanesa. En Trapisonda es tradición despellejar a la gente sin señalar sus semejanzas con las cosas de comer. Somos elegantes. Y usted, Quintín, demuestre su teoría del hombrecillo verde e ilustre a los alumni, que los veo muy amorcillados.

-El señor Cátedro empieza dando por sentada la prevención de los castellanos –aversión mejor- contra los catalanes. Nada dice de la prevención de andaluces, aragoneses, extremeños, murcianos y moros de todo estar. El señor Seco no parece haber vivido en Cataluña o haberlo hecho en sueños, porque es de todos sabida la prevención de los catalanes-catalanes por el resto de España y muy especialmente por Madrid, donde don Herriberto Barrera –viejo ejemplo de ERC- daba por hecho que existía una oficina estatal dedicada a estudiar las formas de hacer mejor la puñeta a Cataluña.

-¿Eso va en serio, Pederastio?

-Lo oí con mis propios ojos, señor rector. Fue en una tertulia televisiva, cuando yo ejercía como abogado en Barcelona. Recuerdo que me dije, digo “Arcadio, lárgate del manicomio antes de que no te dejen salir”. Me fui, pero me ha quedado un lazo sentimental con aquellos pobres hombres caídos en la esquizofrenia. Ahora mismo acabo de enterarme de que los émulos comunistas de ERC en Baleares (que ya no existe más que en su apariencia de Illes Balears), los de una cosa llamada PSM, han afirmado que el PP se venga de los vecinos, seguramente para aplacar su derrota electoral y porque son “españolistas”.

-Al grano, al grano, Martino.

-Íbamos diciendo hace un párrafo o dos que la aversión procede de Cataluña, pero que el Académico que contemplamos no lo ha querido decir, porque verlo seguro que sí lo ve, como todos. Lo atribuye a que el resto de españoles –menos él- la miramos mal porque “pretende afirmar su peculiar identidad asumiendo plenas libertades dentro del ámbito nacional español”. Como lo oye, señor. Don Carlos no se ha enterado de todo ese lío de “som una nació”.

-Eso parece. Queridos alumni, recuerden siempre que no hay peor sordo que el que no quiere ver.

-Esa teoría nacionalista de que Cataluña tiene personalidad, y nada menos que personalidad peculiar, y cara de matrona, la ha demostrado con un buceo hasta los principios del siglo pasado, donde ha encontrado a Cambó, don Francesc, y le ha expoliado esta bonita frase: “Catalunya lliure dins l’Espanya gran”, lo que me hace sospechar del método histórico porque, a estas alturas, hay ya muchas pruebas de que de lo único que se puede liberar Cataluña es de España. O sea que se trata de otro cántico de sirena de los muchos que se emiten desde Barcelona hace algo más de un siglo. Eso les ha permitido vender su lencería.

-¿Cambó el multimillonario?

-No hay otro. Multimillonario de yate. Aún se conserva en los museos la fundación Cambó. Pero hay más, señor Rector Joaquín: es opinión de don Carlos que el “lamentable secesionismo” es cosa de ERC solamente y que la mayoría allí tiene una peculiar forma de vivir: “su manera de ser españoles es ser muy catalanes”, tópico arrugado ya y que cae de lleno en los dominios de la lógica, puesto que mi manera de ser francés, por ejemplo, es ser muy español, si se me entiende la ironía.

-Si llego a leer el artículo antes no lo pongo como deberes. –gruñó el Apolillao, sincerote.

-Una vez lanzado, el académico sigue desarrollando el fenómeno de transferencia, tal cual lo han definido los separatistas: La culpa del catalanismo hirviente la tienen los castellanistas a ultranza. Más adelante no olvidará citar a los reglamentarios Separatistas y Separadores. Se trata de compartir los pecados de Cataluña y demostrar, una vez más, que los catalanes tienen derecho a llamarnos cosas y no ajuntarnos por nuestro centralismo, que nos viene del Conde Duque de Olivares. Ellos no nos agravian: sólo reaccionan. Psicología muy relacionada con la Gestalt y con Kurt Lewin, señor.

-¿Ya ha terminado, Eulogio?

-Temo que no. Don Carlos ha querido que apuráramos el cáliz y, como decían en la sección de mejillones con limón, ha tenido un lapsus grave y ha acusado al Conde Duque de ser causa de la primera guerra civil española. Creo que se refiere a la sublevación general que nos costó Portugal y que organizaba Richelieu. En esas horas bajas sin duda no reparó ni en los Comuneros, ni en las Germanías, ni en los Payeses de Remensa, ni en la sublevación de los pueblos, la Part Forana, contra la ciudad de Palma de Mallorca. Ni en Recaredo. O sea, Franco y el Conde Duque.

-¿También Franco?

-Es obligatorio, señor. Viene a continuación de lo de Separatistas y Separadores, cuando parece que Franco y los suyos se empeñaron en "hacer incompatible Cataluña con la idea de España vinculada a la “famosa cruzada”. Cruzada con comillas de burla y desprecio, señor. Él mismo se pone por testigo del tópico mayor: vio en los años sesenta como unos salvajes falangistas gritaron a unos pacíficos burgueses que conversaban en catalán: “Hablad la lengua del Imperio”. Eso le llevaba a preguntarse qué pensaría la Reina Católica ante semejante estupidez.

-¿Qué estupidez?

-La ignoro, señor, aunque parece que la reina tuvo que ver con las arras que se convirtieron después en la señal de los falangistas: el yugo y las flechas. Seguramente la estupidez consiste en que Doña Isabel también los favoreció. Como Franco. En esa parte don Carlos parecía obstinado en saber qué pensarían don Marcelino Menéndez Pelayo, Garcilaso, Boscán y un señor, llamado Emilio García Gómez, de profesión Regeneracionista, que le enseñó la clave de todo: “Que los españoles no habían digerido su historia”, aunque se ignora si don Carlos incluye a los catalanes entre los de la mala digestión o entre los que pacen felizmente.

-Ya lo ven ustedes, alumni: a veces, con la edad, gustan más los bombones que el jamón, y gustan más los lugares comunes –hoy llamados “servicios”- que la exactitud. Los conmino a que pongan a don Carlos Seco Serrano, en honor a sus muchos méritos, un diez. Un diez tirando a grande. Pero en la sección de “Ficción y alunizajes”.

-Un hombrecillo verde donde los haya, señor.

-El color de la esperanza, Chindasvinto.

-Es “Arcadio”, señor.

-Tiene razón, Tarsicio.

-Marcilla, qué maravilla, señor.