jueves, septiembre 14, 2006

CAPTURAN UN MAHÓN VIVO Y CIVILIZADO

EXPEDICIÓN A MAHÓN

La expedición a Mahón (Menorca) que había perdido su nombre legítimo, captura un Mahón. No es fenicio sino indoeuropeo.

Relato de las campañas:

Querido Rector Magnífico:

Hoy no tenía el cuello torcido de dormir y, aunque me esté mal el decirlo, me he despertado casi como una rosa. O sea, dolores aquí y allá, pero con el espíritu puro y volador. El mejor día, con mucho, de los últimos 40, y satisfecho porque un espíritu volador e inquieto es un espíritu que alborota las aguas y la parte de mí que es Arturo está isobáricamente mejor rescatando los posos de las anteriores sabidurías.

Ya te dije, al enviarte mi lucubración sobre el viejo Mahón, que seguía sin estar satisfecho del todo. O sea, Moenia, las murallas de un municipio, están relacionadas con Mahón, y la idea básica sigue siendo la que te expliqué: Fortaleza en lo alto, en la colina, como lo quieras decir. Pero hay más: durante las lecturas para llegar a “Moenia Montana”, mi primera opción de aproximación a Mahón, siempre tropecé, en todos los idiomas, con una raíz que no podía desentrañar con métodos fáciles: “Mag”. (o sea, también puede encontrase bajo la forma MAC (más antigua) y Mah. La mente, bien adiestrada, me decía que Mag significaba Colina, Altura, Elevación. Pero debía encontrar una voz que respondiera a eso y que tuviera posibilidades de haber llegado a Menorca e incluso ser anterior o coetánea de la llegada de los romanos.

Ya ves que el método científico en esto es el pálpito, el recuerdo de otras cosas leídas y el juego del crucigrama. En las zonas ocupadas por los protoceltas, primeros celtas infiltrados, incluso antes de “ab urbe condita”, fundación de Roma, en Alemania, en Austria, en Holanda, en Bretaña y en
Inglaterra, aparecían bastantes MAG y MAGO. Incluso algunos lugares, a miles de quilómetros, llamados igual: su único nexo, los romanos. Así, a orillas del Rhin, está Noviomagus, hoy conocido como Nimega. Y en Inglaterra, otro NovioMagus, Chichester. Fortalezas; poblados Fortificados. Lo que los romanos llamaban Oppidum. Incluso más al este había trazas: Magdalenska Gora (ojo: de antes de Jesucristo; nada de Magdalena).

Una raíz muy amplia y céltica con seguridad. Seguramente está también presente en Magar y Amagar,refugiar, esconderse, de un preasunto céltico “Magan”. Las cosas se ligaban porque, un río que sirvió de frontera entre germanos y romanos, hoy llamado Main, se llamó por las Legiones “Moenus”, o sea,fortificación, . Cerca, pero a poniente, está el mejor ejemplo: Meins, que ahora te digo de que nombre romano viene: Magontiacum, que es igual a Magontanum o Magontianum: el "anum” y el “acum” son terminaciones de lugar, como “ino”. Maguncia era y todavía es una fortaleza-puerto, en el Rhin y lo fortificado propiamente todavía sigue como Fortaleza, en la colina más alta. Como Nimega (Noviomagus) está sobre seis colinas y puerto fluvial, y MAGdalensBurg /(burg equivaldría a anum o acum) es un puerto en el Elba
(Alba en latín).

Ya se empieza a aceptar, tras un par de siglos de burla, que a Menorca llegaron también los Celtas y que Ramis no fallaba cuando hablaba de “Las Antigüedades Céticas de la isla de Menorca”. De hecho hay toda una ruta protocéltica que arranca del centro de Alemania y termina en Sete y en Perpiñán, donde empieza el Golfo de León. Pero, por mucha seguridad que tengas en la resonancia histórica, necesitaba además, una palabra pariente en un idioma clásico, o sea, un MAG. MAC o MAH en idioma griego o en Latín.
Macizo me ponía en la pista, por su raíz romana “Massa”: sólido, bien fundado, prominencia del terreno, por lo común rocosa; grupo de alturas o montanas y hasta construcciones apiñadas o cercanas entre sí. Lo mejor, que “Massa” procedía del griego: “µαζ”, pariente de “Makrós”, que vale, entre otras cosas, por alto, elevado”, o sea, lo mismo que la raíz Mag, ya claramente indoeuropea.
Como ves, la idea, fortaleza en lo alto, sigue siendo la misma para Mahón, pero esta vez explicada con unos ejemplos que dejan poco margen a la duda y que además, contienen una “G” que justifica la evolución hacia la H. O sea: MAGO-nia. MAGON-tanum o MAGON-Tiacum.

¿Te ha gustado el safari?. No quedé del todo satisfecho, sí en el sentido pero no en el origen, y gracias a disponer hoy del uso de la mayoría de las neuronas, he podido corregir los orígenes y hacerlos más exactos. Lo básico era, de todas formas, negar la cosa púnica de “maghen”, “escudo”. Qué imaginación desbordada la de nuestros historiadores, al servicio de una idea preconcebida: si Jamma, o Iamona quiere decir “poniente”, el topónimo Mahón debía hacer referencia a levante o al puerto, pero sólo como abrigo y no como ciudad.

Que no se diga, Magnífico: tu pensador ha usado los instintos a cuatro atmósferas lo menos y ha sacado dela memoria mucho de lo casi olvidado hasta componer un rompecabezas más creíble que todos los que se han propuesto hasta la fecha. “Se non é vero, é ben trovato”, y más porque, en la segunda parte del safari a la caza del Mahón, pude comprobar que los que apostaron por «Maghen” no erraron tanto. O sea, no del todo.
Tuve que invernar durante los meses malos para el pensamiento conceptual, que son los que no llevan “R”, aunque la expedición a Mahón aprovechó para proveerse de nuevos elementos de juicio y, siendo tan poco habitual el juicio en sí, está sobrevalorados en el mercado. El caso es que los expedicionarios tuvimos que empaparnos en Indoeuropeo, idioma casi falangista, y sumergirnos en jergas casi innombrables, como el sánscrito, el avesta, el islandés, el irlandés, el anglo o el celta, lo que es poco recomendable para la salud.

Así enriquecidos anduvimos por la nueva campaña de exploraciones con el alma llena y en un ligero estado de trance. Supongo que eso se llama satisfacción o, quizá, huída de las miserias cotidianas En otras ocasiones, y por “eletrorrecado”, te he hablado de la etimología de la ciudad de Mahón, a cuenta de que los desorejados catalanistas la han cambiado, eliminando la “/h/” distintiva. Maó, tal como han dejado el nombre, significa solamente ladrillo en catalán. Y nada en las otras lenguas. Y, además, es palabra inventada. Mahón es un largo puerto con varias islas y, al fondo, sobre un gran acantilado, está la ciudad, con las casas colgando sobre el abismo: algo impenetrable. Si tenía que venir el nombre de algo sería de su peculiaridad como ciudad asomada al mar desde lo alto. Los romanos tenían la palabra, “moenia” que significaba villa amurallada”. Estaba además Montanum. Como señal de elevación del terreno: del monte. El nombre latino fue “Municipium Flaviun Magontanum”. Me ayudé con las similitudes de la época: Maguntia, por ejemplo, que tenía el aspecto de pariente, pero nadie daba una etimología de ella. Leí descripciones de la ciudad y miré algún plano, de modo que me encontré con una fortificación en alto, sobre el Rin, levantada con Roma por primera vez, al lado de un puente para las legiones. Vaya. De lecturas extrañas sobre menhires y poblados célticos amurallados, encontré una desinencia: Magh, así, con hache. No podía demostrar nada con exactitud, pero Magh correspondía a colina, altozano. Ya tenía la etimología hecha: Castillo, fortificación en lo alto. Pero ahora, con los paseos en indoeuropeo, he dado con la raíz que había sospechado leyendo sobre arqueología de la edad del bronce: “magh” exactamente, que, como verbo, significa tener poder. Fuerza, “magha” en sánscrito… Todo está relacionado con “mago”, poderoso, y con “magno” y con mucho más. Y con máquina y con meigo. Pero también es “fortaleza”, como virtud y como fortificación. O sea, se ha confirmado lo que antes era sospecha razonada, de modo que mis cercanías territoriales han crecido y se han vuelto más asequibles.

Lo que me extrañaba era que todos los historiadores locales, algunos buenos latinistas y sacerdotes, no dieran con esta explicación y rondaran en torno a posibles palabras fenicias, una de ellas significaba «escudo» y razonaban que el puerto era un gran escudo para el temporal. Y es lo que aceptan todavía. Los lingüistas catalanes tampoco dicen ni palabra y aquí estoy yo, mucho más ignorante, aunque con intuición para la etimología, que da con lo que me pareció elemental desde un principio: Fortaleza. La palabra fortaleza ya lleva incluida la idea de altura.

Hay algo todavía mejor: que los eruditos locales, de pueblo, fueron a dar con una palabra indoeuropea incrustada en el fenicio (como “Masada” en el arameo): «Maghen», presunto «escudo», cuando la palabra grita altísimo que tiene la raíz “magh” y que, aun valiendo por escudo en semita, se refiere a defensa, o sea, a muralla: Fortaleza, “quod erat demostrandum”. Mahón, de la raíz indoeuropea MAGH, significa Altura Fortificada, fortaleza. Y la etimología le da el derecho a conservar una hache de más de cuatro mil años de antigüedad.

Para que te hagas una idea de la potencia que el Indoeuropeo presta a los seños y al arte poética, querido Rector, he atendido a la raíz de la palabra Dios, que es “deiw” y que en lo antiguo valía por Brillar y de la que se deriva también cielo y día (die en irlandés). Dios propiamente dicho es Deiwos. En sánscrito “devah”, que recuerda bastante a nuestro Jehová. Y con Diana, la diosa lunar y cazadora, y con Jove (de nuevo el parecido con YHV) y Zeus. Y con cotidiano (Panem nostrum quotidianus…), con “hoy” (hodie), jornada, jornal o meridiano.. En su forma “delos”, vale por visible y patente y, en fin, la cosa no tiene vuelta de hoja: Luz, Cielo, Día, Visible… Muy sugerente para comprender qué se busca desde el principio del tiempo, incluyendo la raíz del Dios del pueblo escogido: una raíz no semita, tal vez llegada con los invasores persas o antes: Abraham era vecino de los persas.

Lo importante es lo bien que me parece el significado histórico de la palabra Dios. Ilumina. O sea, “Lux domini” (Luz del Señor), aunque Dóminus viene de Domus, casa, y la traducción exacta no sería señor (senior, viejo) sino Propietario (de la casa). Este mundo es una maravilla. Pero hay que desenterrarlo.

Con nociones de Indoeuropeo se consigue una de las grandes metas del pensamiento: entender y decir en muchas dimensiones y dar a cada palabra un entorno, una parentela que la hace consolidarse en el mundo y perdurar. Fíjate, como último ejemplo, en Venus? ¿Una diosa o una familia?. Sabemos todos la relación de Venus con las conchas, con las veneras, con lo venéreo: pura imagen sexual. Pero resulta que también tiene que ver con la vanidad (“vánati” en sánscrito, que significa él desea), y con querer, y con pasto, y con esclava y con diversión. También con veneración. Y con veneno, que fue poción amorosa antes que veneno y ahí andan los enamorados diciendo a sus amadas: ¿Qué veneno me has dado, mujer? Y con favor, gracia, perdón (amar suele incluir perdonar, ¿no?), y con las cosas veniales, como los pecados: que son perdonables. Y con la caza. Hasta así se llama el “venado”.

¿A que resulta que para acercarse a Dios habrá que tener nociones de sánscrito?
Arturo Robsy

TRAPISONDA incluye aquí un libro-herramienta donde usted podrá encontrar la famosa raíz Magh. Hágaselo usted mismo es nuestro lema:
Diccionario etimológico Indoeuropeo de la lengua española
de Edward A. Roberts y Bárbara Pastor.
Alianza Diccionarios. 1996.
ISBN: 84-206-5252-0
Y retransmite, de parte del autor, este críptico mensaje: "Quien la copia la mama".