sábado, agosto 26, 2006

NON VERECUNDIA HABEMUS

NON VERECUNDIA HABEMUS

[La Junta de Rectores de Trapisonda, tras siete días de claustro mayor, auxiliada por los especialistas Señores Cátedros de Behaviorismo Territorial Alternativo, de Psicología de masas con cerebros infranqueables, de Patología de Jordis y de Estallidos Cerebrales entre los modorros, emite esta llamada urgente a quienes todavía se hallen libres de la epidemia y no quieran ser víctimas de los instrumentos de vacío para interpretar músicas calladas. Vigile a sus caciques locos]

Nos conocemos los vericuetos de la mente pero no los del poder, que es hoy el principal enemigo de la razón, de la lógica y del universo mismo. Nos constatamos el grave riesgo que existe para la supervivencia de la vida en libertad del homo domésticus pero sano.

Tras variados palabreos de orden psiquiátrico e intención arcaica, la invasión de los ultracuerpos se ha hecho realidad. Tales ultracuerpos superiores, con un trabajo infinito, se han hecho con la voz y la palabra de todos y han reglamentado, una vez más, el universo a la medida de sus flacos alcances, substituyendo los aspectos psicológicos y geográficos que no se plegaban a su poder absoluto.

Se aporta un sólo ejemplo, de los miles disponibles, como prueba testifical de la voluntad de dominio pernicioso, desorden totalitario próximo a la paranoia. Se ha extraído del conocido como Estatuto Catalán Reciente, pensado por la élite de la región, aventado en prensa con aplausos de pago y turbios sesos, aprobado al fin en referéndum y promulgado por su Majestad y su privado Don José Luis de León y Entrambas Luces. Tal ejemplo demuestra, una vez más, que los representantes de la España de hoy no tienen otro objetivo que vulnerar las leyes de la naturaleza y quebrantar su conocimiento científico, otorgando a España el raro privilegio de ignorar el Universo:

Artículo 144 1. h. “Corresponde a la Generalidad la Regulación del ambiente atmosférico”.
[Recientemente descubierto en la selva loca de las leyes por D. Miguel Porta Perales]

Cuando una nación se divide en taifas con asombrosa periodicidad y unas veces dedica la Armada a la piratería y otras la razón al ruido de fondo, mientras cae en el vacío de desprenderse de las ataduras de las ciencias naturales, de la física y del cableado corporal del cuerpo, se reconoce que ha llegado el momento de recordar al humano que sólo es un hombre y hacerle depositario de sus graves limitaciones y de su incapacidad para “regular el ambiente atmosférico” o la lluvia de estrellas. Siempre, claro, que no se llame a otra cosa desconocida (se propone la garlopa) "Ambiente Atmosférico".

Advertimos a los alumnos de Trapisonda que cuando el homo domésticus acepta como legal la alucinación y vota, como lo ha hecho, a favor de que la Generalidad regule el ambiente atmosférico, haciéndolo distinto del del resto, es que el homo ha perdido pie definitivamente y vaga por las regiones inferiores del espíritu colectivo, entregado a la magia y al periodismo comprado. A imitación de los cavernícolas.

La región que legisla tales maravillas, entre lamentos plañideros, y el estado que lo ratifica, no son cuerpos legislativos lícitos sino cuerpos astrales formados con ectoplasma y neurastenia. De nada sirve insistir en que el desequilibrio no es ilegal. Cualquier instinto de progreso está obligado a oponerse. Tarea difícil porque los locos siguen extrayendo abundantes porciones de pensamiento mediante bisturí de repetición.

Dejar que locos sectarios legislen entre aplausos mutuos, es garantía del descoyuntamiento del alma, ya por codicia, ya por tontería. No pasará esta generación sin que alguien decida que una de las muchas Juntas puede orientar el transcurrir de los ríos, de la desembocadura hasta la cabecera, o que regule el tráfico de las estrellas, visto el riesgo de colisión al salirse del carril. Lo que sería incómodo.

Cuando todo es posible, nada seguramente lo es, incluida la posibilidad de que la Catedral de Burgos, a imitación del Universo, se formara por lluvia de meteoritos explosivos, en puro evento casual, del mismo modo que estrellas y planetas, con su orden, nacieron de un solo átomo primordial que reventó de gordo.

Cuando todo es posible gracias a la ductilidad del palabreo sectario, también será posible y necesario advertir desde este cubil claustral, que la Razón, la Patria y la Gravitación Universal están sitiadas por mamelucos en burro.

Acudid a salvarlas y libradnos de tanto autóctono botarate. Vosotros mismos, los que habéis dado a los prodigiosos mágicos el derecho a legislar sobre la regulación del ambiente atmosférico, tanto si puede hacerse como si no. Vosotros, que podéis acabar tontos de nirvana.

El Rector Magnífico