jueves, septiembre 07, 2006

GUERRA A ESPANYA

El catalanismo insensato fue una de las cuatro Furias que condujeron conscientemente a España a la guerra de Supervivencia de 1936: o se les paraba o se acababa España, como a punto estaba de suceder incluso durante los combates (léase a Azaña).

Ahora ya tienen los catalanistas perseguidores y locuelos alguien con quién identificarle: el actor Rubianes que dijo lo que dijo con el beneplácito de TV3, el canal Boig de la Generalidad:

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Presindet del Consejo Insular de Menorca
y roja-couché como Zapatero.


Se copia de un editorial del ABC:

Rubianes

PEPE Rubianes es un actor y director teatral más conocido por sus insultos a la unidad de España en un programa de la televisión catalana que por estar en posesión de una reconocida trayectoria profesional. Su montaje «Lorca eran todos» se estrenará el próximo 19 de septiembre dentro de la programación del Teatro Español, dependiente del Ayuntamiento de Madrid. No se trata en ningún caso de cuestionar la calidad del espectáculo, ni de perderse en disquisiciones artísticas sobre la obra en cuestión, sino de plantear una reflexión serena sobre la conveniencia de que una institución cultural, dependiente de una administración pública, ceda su espacio a una persona que ha dado muestras sobradas de no estar a la altura de la convivencia democrática y ha hecho gala de un comportamiento contrario a los más elementales valores de la ética, la educación y la cultura.

Las declaraciones de Pepe Rubianes fueron mucho más que desafortunadas: su gravedad se sustancia en el hecho de que revelan un sectarismo contrario a los valores que encarnan la democracia, por encima de criterios ideológicos. Ahora, el actor y director teatral pliega velas y asegura que cuando dijo aquello de que «la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás... Que se metan a España ya en el puto culo, a ver si les explota dentro y le quedan los huevos colgando del campanario...» no pretendía ofender a la «España democrática». No es cuestión de preguntar al señor Rubianes qué entiende por «España democrática», pero esa «España democrática» a la que se refiere seguro que de manera muy mayoritaria se sintió ofendida e indignada por el alud de términos escatológicos que empleó para tratar, gratuitamente, de vilipendiarla, y no comprendería que quien no sabe de respeto ni de tolerancia saliera dentro de unos días a escena, con el aval y apoyo del Ayuntamiento de Madrid. En esa España «constitucional y de progreso» a la que ayer se refirió Rubianes para tratar de salir al paso de la polémica creada por la selección de su montaje, no caben comportamientos como el suyo.

Cierto es que estamos ante una «discusión extrateatral», argumento con el que el director del teatro, Mario Gas, trató ayer de justificar su inclusión en la programación. Pero precisamente porque estamos ante una cuestión de valores que trasciende al mundo del espectáculo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, debería considerar si con estos antecentes procede abrir las puertas del Teatro Español a quien España y lo español sólo le merecen desprecio.

Y GALLARDÓN, al que dicen que Zapatero quiere fichar para alcalde socialista de Madrid, es una buena cruz para sus jefes liberales. En cualquir caso, como español no debería darle dinero a Rubianes. Agua, sí.

TELE TRAPISONDA PRESENTA
Memoria Histórica

El Rector Magnífico